Mi primera maratón
Si hay un sueño común entre todos los corredores de montaña, este es sin duda correr una maratón de montaña. Desde luego, yo no fui menos y este sueño se llamaba Desafío Andes 6000.
La carrera tenía cita un 19 de octubre y era una maratón de montaña que comenzaba a 3.500 msnm y tenía techo a 4.200 metros de altura, todo un reto. Pero el desafío para mí ya había comenzado algunos meses antes, concretamente la primera semana de septiembre, acababa de llegar a los Andes muy motivado, un continente entero por conocer, montañas que jamás lograría acabar y mil aventuras e historias por escribir, pero como son las cosas, que a pesar de la emoción pronto comenzaría a tener problemas de salud, un fuerte dolor me impedía correr, andar, estar sentado, no podía hacer nada de nada, volvía a tener un abceso perianal, por lo que todo el mes de septiembre estuve parado, sin poder entrenar, sin hacer nada, el dolor era altamente intenso, punzante, incómodo… además de lo que suponía vivir a tres mil metros de altura.
El primer desafío para mi había llegado algunas semanas antes, estar a tiempo para correr los 50km de la North Face Challengue (29/09) la fecha se acercaba y yo cada vez me sentía peor, el fuerte junto con el desolador panorama laboral que estábamos viviendo mi compañera y yo hacía que todo pasase de un color rosa a un color gris oscuro casi negro amenazante de tormenta, por si fuera poco, una trágica noticia de un familiar querido desde nuestras tierras lo complicaba todo, menudo máster en desarrollo personal estábamos haciendo… Sin lugar a dudas la fecha de la North Face había llegado y no sólo no había entrenado si no que el dolor cada vez era más intenso, pero había que motivarse, mirar lo positivo, me acababa de ahorrar los 100 dólares de la inscripción y estadísticamente cada vez faltaba menos para comenzar a entrenar.
Efectivamente, pasado ese fin de semana las sensaciones no eran buenas pero el dolor había disminuido en un 15-20% lo cual consideraba suficiente para volver a entrenar, entrenos cortos pero que a mi cabeza y mi cuerpo le sirvieron para enfocar la Maratón de los Andes.
Así que ya lo tenía decido! Me iba a apuntar a la carrera. Me podía ir bien o mal pero si no lo intentaba nunca lo sabría, el tiempo se echaba encima y no quería volver a tener la sensación de frustración que había experimentado en la North Face. Pude conseguir dorsal a escasos días de la carrera, una vez ya las inscripciones estaban cerradas.
Todo y que en mi tierra mi rendimiento iba en crecimiento, y me preparaba bien las carreras, esta vez iba con lo que iba, dolor por temas de salud, falta de entreno y aclimatación y por si fuera poco, la misma noche de la carrera no pude dormir por una fiesta clandestina que montaron los vecinos y que pese a las denuncias, no finalizaron, el despertador sonó igual a las 4:00 AM.
Después de la fatídica noche tocaba afrontar el día con la máxima ilusión posible. Nunca antes había corrido 42km, nunca antes había corrido en alturas entre 3.500 y 4.200 msnm, nunca antes había corrido en los Andes, nunca antes había corrido sin dormir, por todo eso, estar en esa línea de salida era para mí un reto desafiante. Últimos segundos y disparo!!
Ya estábamos en carrera, la magia del trail y de la montaña comenzaba a actuar, ya no había excusas un paso te llevaba a otro paso, y tras los 100 primeros metros de intensa subida la carrera iniciaba con llanos y descensos combinados con algunas subidas hasta el primer punto de abastecimiento en el km15, tiempo más que de sobras para calentar y poco a poco ir metiéndose en carrera, veía como se escapaban muchos corredores locales que habían nacido en altura y que algún tiempo más tarde se convertirían en mis amigos, pero viendo el perfil de la carrera y lo que se nos venía encima a partir del km15 con 8km de subida, y luego tras un descenso 7 más hasta alcanzar la cota máxima de 4.200 metros de altura, tenía claro que iba a hacer mi carrera sin que nadie me marcase el ritmo, para mi el objetivo de esta carrera más que disputarla era finalizarla y ganar experiencia en estos terrenos y alturas, cualquier otra cosa hubiese sido intentar engañarme a mi mismo.
Tras tremendos senderos iniciábamos una pista embarrada de descenso, y llegábamos al primer punto de abasto. En ese abastecimiento me encontraba bastante fresco por eso apenas paré 30 segundos a llenar los líquidos y comer algo de sólido. Ahora empezaba lo bueno!! La pista continuaba durante unos kilómetros rodeaba de casas rurales y ganado, estábamos casi a 4.000 metros de altura y nadie corría, aquí decidí sacar bastones y hacer intervalos, unos 150 metros aprox corriendo otros 150 metros caminando con palos, eso haría mientras pudiese porque un poco más adelante el camino adquiriría tal inclinación que la única manera que había de superarlo era caminar sin hiperventilar, no estaba aclimatado para aplicar mucha intensidad en ese terreno.
Hice el ascenso hasta llegar al km 20, ahora venía una bajada y después y un pequeño ascenso hasta una pista la cual nos conduciría al Parque de Yanacocha, ahí me enganché al grupo de corredores que se habían perdidos que estaban algo desanimados por lo que traté de animarlos pero finalmente seguí con el ritmo que llevaba, estaba corriendo muy cómodo, ya tenía el cuerpo caliente y había cogido ritmo, hasta que dejábamos la pista y cogíamos un sendero estrecho, selvático, donde la vegetación extremadamente húmeda cerraba el paso y por el que se ascendía unos 300 metros positivos.
Que sensación!! Además de que estaba entrando en hipoxia por querer seguir un ritmo decente, las piernas comenzaron a picarme fruto del roce con la vegetación, parecía que tenía una fuerte urticaria que ya arrastraba unos cuantos km antes pero que ahora se hacía casi insoportable, no me dejaba concentrarme eso sumado a que a estas alturas de la carrera el abceso molestaba bastante, en esos momentos la única estrategia y la única opción era la automotivación, estaba corriendo sólo, sin nadie por delante ni nadie por detrás por lo que hice un balance de todas la cosas positivas que estaba teniendo, eso me hizo comenzar a tener pensamientos positivos. Uno de ellos era que para ser mi primera carrera ya había alcanzado a compañeros y a algunos los había sobrepasado, eso me hacía pensar que a pesar de ser mi primera carrera, de llevar sólo dos semanas de entreno tras tres semanas de parón por salud, además de no estar aún adaptado a esas alturas y haber conseguido cupo in extremis, ahí estaba, corriendo una maratón de montaña y conociendo a gente nueva, y además no lo estaba haciendo tan mal!! poco a poco me iba retroalimentando positivamente para pasar estos momentos de soledad con la esperanza de encontrar a nuevos corredores con los que compartir kilómetros y quería encontrarlos por delante no por detrás así que sólo podía seguir hacia adelante.
Pasado el tremendo sendero, para mi el momento más duro de la carrera tanto a nivel psicológico como físico, di a otra pista marcada a tramos, existiendo largos intervalos donde no se encontraba ninguna marca, ahora mi mayor preocupación era perderme y tener que retroceder, y encima en solitario!! Por lo que mi paso casa vez era más lento, si me perdía quería gastar la menor cantidad de fuerzas en encontrarme, así a cada marca que encontraba cada 5 minutos aprox, me alegraba y volvía a correr, pasado un rato comencé a escuchar voces, las voces cada vez estaban más cercanas, era un avituallamiento.
Era el último avituallamiento, pregunté cuantos corredores habían pasado, me dijeron que de la maratón como mucho 20, que motivadora noticia junto a la alegría que desprendían los voluntarios del abasto, súper amables que ayudaban en todo lo que podían y tras agradecerles, me despedía para a partir de éste punto comerme la guinda del pastel, el último ascenso hasta los 4.185 metros de altura, techo de la carrera, no se veían las marcas y en ese punto éramos un grupillo de cuatro que empezó a estirarse, yo me quedé atrás, imposible seguir ese ritmo, la hipoxia me dejaba ahogado cada vez que quería apretar, las piernas estaban ya cansadas y mis dolores apretaban a cada paso.
Poco a poco dejaba la niebla al fondo, rozando el cielo pasando la barrera de los 4.000 metros y veíamos la cima que debía coronar, tras unos minutos por fin coronamos y la ciudad de Quito nos regaló unas vistas inolvidables.
Tras un rato de bajada se escuchaba ruido de fondo, música, se trataba de la meta. Ahora si, ya la veía, últimos senderos técnicos y la recta final!! La alegría era máxima, el encuentro con Sara y con otros compañeros, la satisfacción! Ya tenía mi primera maratón de montaña! En los Andes, a más de cuatro mil metros del altura, y acabando en un Top 20 no me lo podía creer!
Después esa maratón vino un proceso que me llevó a fichar por un club de Trail, a formarme y convertirme en entrenador de Trail ayudando a más de un centenar de atletas a alcanzar sus sueños, a participar en diversas carreras en altura a nivel nacional a correr mi primera ultra y a conseguir múltiples podios en diversas distancias.